Milito en este gran Partido y lucho cada día con la convicción que la Democracia no puede ser un instrumento de dominio del poder económico de este país, para de esta forma dejarla sin capacidad de control sobre los abusos de esas mismas élites, aunque vengan envueltos en banderas y patriotismo artificiales. No admito que el patriotismo sea la virtud de los depravados, que decía Óscar Wilde.
En este sentido, aunque estemos ya acostumbrados a convivir con la banalidad y la superficialidad sin la menor carga semántica, es imprescindible distinguir entre gobernar desde, con y para la gente, que hacerlo con la ciudadanía como trinchera de las miserias y suciedades de una derecha que no es ni constitucionalista, ni europeísta, ni honesta.
Nuestra organización y nuestras ideas se conciben para edificar una sociedad conviviente y, en consecuencia, nuestras políticas jamás deben centrarse en quioscos sectarios. Por el contrario, la transversalidad, la moderación y la capacidad para oír a la gente forman, para el PSOE, parte primordial del sentido de todas las cosas.
Por ello, nuestro camino nunca debe definirse a partir del adversario. Nuestro camino es, siempre, el que trazamos junto a las personas, con políticas destinadas para quien nos vota y quien no lo hace, para minorías que necesitan el amparo del Estado y para las mayorías que aspiran, cómo no, a una tierra que progrese y que genere oportunidades para los que están y las que vienen.
A favor de la gente es poner en el centro de todas las decisiones las necesidades individuales dentro de un tejido colectivo. Es aspirar a ser el centro del desarrollo verde que viene, es defender nuestros recursos para que se transformen aquí.
A favor de la gente es reconocernos en una sanidad pública que necesita más inversión, es escuchar a las y los trabajadores y llegar a acuerdos con ellas y con ellos. A favor de la gente es curarla, atenderla y prevenirla.
El PSOE, aquí, en esta provincia, aquí, en esta región, no va contra nadie. Vamos a favor del futuro, oyendo a la sociedad, intentando atender cada reivindicación que nos haga avanzar sin olvidar a nadie. Recordemos que la moderación y la transversalidad han sido las dos máximas virtudes que han hecho de nuestro país, un lugar de progreso. No necesitamos odio. Necesitamos trabajo creyendo en lo que somos
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